Ciertamente la viña ha sido el motor de la economía de este pueblo. Si hacemos una ligera pasada por la historia del viñedo en estas tierras podemos comprobar que desde los primeros años del siglo XVI éste va a ser el cultivo que le ha dado carácter a Manilva.
Entre 1515 y 1520 el duque de Arcos, señor del Condado de Casares, concedió las primeras tierras para viñas en lo que en aquellos tiempos eran los antiguos pagos de Manilva. A mediados de dicho siglo el viñedo se había extendido por muchas de sus lomas ocupando la mayor parte de las tierras aptas para este cultivo.
Desde esos años la viña tuvo una gran expansión, llegando a los momentos de más explendor durante el siglo XVII y una gran parte del siglo XVIII, debido sobre todo al comercio de vinos y aguardientes con comerciantes catalanes.
Cuando realmente se puede apreciar una pérdida clara del viñedo es a partir de 1860, quedando como un cultivo residual.
Las variedades que predominaron en estas tierras eran los vidueños, destinándose las producciones al vino, existiendo muchos lagares y bodegas dispersas por todas sus tierras. Desde mediados del siglo XIX el viñedo había dejado de ser un cultivo de importancia en la zona.
A partir de los primeros años de la década de 1920 en casi todas las tierras de Manilva no resultaba raro encontrar alguna cepa de moscatel. Fue en los pagos de la Bodega, concretamente en la llamada viña del Abogado, en la que se puso esta variedad por primera vez de forma generalizada en toda la propiedad. Será después de la Guerra civil cuando de nuevo comience la expansión del viñedo de Manilva. Con la implantación de la moscatel la orientación cambia radicalmente, el vino queda en un segundo plano.
Los años de explendor de la viña propiciaron que se hiciese un homenaje a la labor silenciosa de un pueblo; para ello, a finales de 1950 y principios de 1960 el Ayuntamiento de aquel momento decidió organizar una fiesta para los manilveños y especialmente para las personas que a lo largo del verano trabajan en nuestras viñas. Fue una fiesta acogida con gran interés tanto por los vecinos como por los visitantes. El otoño está cerca y con él un nuevo ciclo en la viña; el fruto se ha recogido y se parte de cero un año más.